"Las superficies de pizarra muestran toda la fuerza de la naturaleza. Una belleza intensa y real que ennoblece fachadas e interiores; Levantina"
Hay pocas piedras naturales tan especiales. Quizá sea la ceniza volcánica presente en su composición, su estructura interna o los matices mágicos de sus acabados y colores. El caso es que esta roca metamórfica, en cualquiera de sus versiones, ejerce una fuerza increíble, magnética, profundamente cautivadora.
La pizarra tiene como propiedad única un nivel bajo de porosidad en su superficie, por lo que requiere de muy poco mantenimiento. Gracias a su mínimo grado de absorción de agua es un material casi impermeable, perfecto para el recubrimiento de baños, terrazas, contorno de albercas y muros llorones.
Sin embargo, la versatilidad de sus colores (generalmente neutros y cálidos) y los diferentes acabados que hoy en día tiene la piedra, vuelve a la pizarra una piedra de gran elegancia para ser colocada también en interiores.
Mineralogía: La pizarra se forma cuando los minerales de la arcilla que integran rocas de grano fino, como la pelita, se transforma en mica o clorita. Su principal característica es su división en láminas o capas, característica conocida como foliación o esquistosidad. Los minerales que la forman son principalmente cuarzo y moscovita. Suele ser de color negro azulado o negro grisáceo, pero existen variedades rojas, verdes y amarillas.